lunes, 18 de mayo de 2009

Secuencia #1

Anoche tuve una secuencia de tres sueños, que fueron el mismo durante diferentes periodos de la noche. Estos no los anoté, sino que los tuve presentes durante todo el día:

Escalera:

Entro a una casa que tiene unas escaleras de madera. Aunque nunca he estado en ese lugar, sé que es donde vive Paula. Reconozco con extrañeza la decoración navideña, pues tengo plena conciencia de que nos encontramos en mayo. Es como si en ese lugar no transcurriera el tiempo. Paula no se encuentra allí, pero sé que ese lugar le pertenece. Con anhelo me siento en la escalera de madera, y llamo a Paula desde mi teléfono móvil. Ella me contesta, y le cuento lo curioso que me parece estar por primera vez en su casa, y que ella no se encuentre así. Me sumo así en una presencia-ausencia implícita.

Lunada:

Un cierto grupo de personas, en círculo frente al fuego. Es de noche y estamos en campo abierto. Miro fijamente a los músicos. Parece increible. Es Tom Morello en la guitarra, animando la velada. Toca canciones de RAM de una manera tan precaria y tan cruda que las llena de encanto. A su lado se encuentra Anthony Kiedis, quien canta con toda su fuerza. Pienso que es algo absolutamente increible para ser cierto. Necesito compartirlo con alguien. Saco mi teléfono y llamo a Paula, a quien también le parece increible desde el otro lado de la línea. Deseo que ella esté ahí. Me sumo así (nuevamente) en una presencia-ausencia implícita.

Interpretación:

Estoy en medio de una conferencia sobre música y tecnología la cual se roba toda mi atención. La palabra la tiene uno de los profesores a quienes más he admirado en mi vida. Habla con mucha elocuencia, y conoce ampliamente todos los temas que aborda. La sesión termina y me solicitan una breve interpretación frente a la audiencia. Tomo mi bajo Ibanez y me paro al frente de la sala. Recuerdo que el tornillo de donde se sostiene la correa para colgármelo está suelto (tal como lo está en la realidad) y no puedo acomodar el instrumento. Lo apoyo sobre una mesa, y aunque estoy incómodo, ejecuto una interpretación impecable.

Despierto.

domingo, 1 de marzo de 2009

Una suerte de reconciliación

El tercer sueño de la noche es desconcertante. Camino por el corredor que lleva hacia la oficina donde trabajo e inesperadamente me encuentro con mi papá. Esa casualidad me llena de alegría. Lo invito a que conozca la oficina, lo que hago, la gente con la que me relaciono. En ese momento entra mi jefe, y siento la necesidad de presentárselo a mi papá. Siento que sería apropiado que mi jefe le contara lo buen empleado que he sido; y a la vez mi papá hablara de todas mis capacidades. Se saludan con un abrazo, y comienzan a hablar de golf y de la vida social que encierra el club del que son miembros. Están juntos y conversan.

Hora de almuerzo, salgo a encontrarme con mi mamá, como si hubiéramos tenido una cita previa. Vamos a un restaurante cercano y ordenamos lo que vamos a comer. Llega el mesero con el pedido, pero sirve un puesto de más. Me pregunto a mí mismo el porqué. Al rato llega mi papá de nuevo y se sienta. Mi mamá, que no lo ve hace años se siente incómoda y quiere esconderse, pero él le dice que no lo haga; que no hay necesidad de hacerlo. Quiere compartir ese momento con nosotros y dejar atrás todos los rencores. Despierto.

Muerte violenta

Todo lo que sucedió en este sueño fue tan rápido, tan lúcido e hiperreal, que tuve mucho miedo. Fue el segundo sueño de una misma noche.

Entro a un reconocido centro comercial de Bogotá. Dos amigos (no recuerdo quiénes) me siguen. Vamos a comprar algo y tenemos prisa. Pero a solo unos metros de la entrada nos recibe un hombre. No dice nada, ni muestra signos particulares. Es un hombre canoso, de bigote, alto y con un leve sobrepeso. Está vestido con una sudadera verde. Nos mira; saca un revolver, y sin razón aparente dispara hacia nosotros. Como acto reflejo me dejo caer para esquivar las balas. Cuando estoy en el suelo miro hacia atrás. Mis amigos están también en el suelo, heridos y ensangrentados. Temo por mi vida. Recojo mis piernas y adopto una posición fetal. Comenzo a clamar a Dios por ayuda. Sólo repeto incesanteme: "Dios mío, ayúdame".

Siento calor y humedad en mi vientre. Es sangre. Sin darme cuenta, recibí unos balazos en el abdomen, y ahora me desangro. Pienso que voy a morir. Despierto asustado y paralizado, agradeciendo que fue un sueño.

Revival

La estoy besando. Hace unos días soñé que discutía con ella. Ahora atravieso una escena similar; como si se tratase de una continuación. La única diferencia es que esta vez nos besamos. Siento sus labios exactamente igual a como los recordaba; su forma, sus movimientos, el sabor de su boca; su lengua, sus dientes... Estuve un día ahí, y ahora estoy de nuevo. Toco su pequeño cuerpo con mis manos, apasionadamente y con delicadeza. No vamos a ningún lado, y no buscamos ningún sentido. No nos vamos a desprender. Despierto deseándola y queriendo volver al sueño.

lunes, 23 de febrero de 2009

Mi nombre en el cielo

Subo una montaña en un área más o menos selvática, en un territorio muy caliente. Es de noche y caminamos en grupo; como si se tratase de una expedición. Al parecer, quienes me acompañan, aunque jamás los había visto, equivalen a compañeros de trabajo. Me aparto del grupo mientras converso con mi hermano, quien a pesar de no estar integrado al grupo de personas, me acompaña. Estoy emocionado y comento que ese mismo día es mi cumpleaños y mi grado universitario. Después de salir de la expedición habría una gran celebración. El aire es muy limpio y fresco, y siento mucho agrado al respirarlo.

De repente el grupo se detiene a contemplar el cielo con asombro. El cielo es de color violeta; muy profundo. Parece un cielo artificial. Los astros están organizados de una manera muy extraña. Descubro unas letras al trazar una línea entre las estrellas. Miro sorprendido a mi hermano, y digo en voz alta: ¡Son mis iniciales! Un gran desconcierto me embarca, y muchas preguntas. Giran las estrellas y el violeta del cielo se intensifica. Descubro el acertijo. El efecto lo producen unos reflectores que están detrás de la montaña, y que apuntan hacia arriba.

Le digo a mi hermano que tenemos que llegar rápido al lugar de donde provienen la luces, porque ahí va a ser la celebración. Comienzo a correr, subiendo la montaña. Le pido a mi hermano que me siga lo más rápido posible. Sé que la salida se encuentra en la cima. En la subida me lastimo los pies, que ahora sé que están descalzos. Comienzo a arrastrarme hasta una pequeña grieta entre las rocas, que es la salida. Al intentar atravesarla quedo atrapado. Ya no puedo avanzar, ni retroceder. Afuera hay dos mujeres que ven mi cuerpo salir de la roca. Les pido ayuda; halan, pero no tienen la fuerza suficiente para desatorarme. Le pido ayuda a mi hermano, pero me dice que solamente un guía puede sacarme. Comienzo a pedir auxilio, y mi hermano me pide que tenga paciencia, pues la ayuda se encuentra en camino. Intento ser paciente, pero siento que comienzo a asfixiarme. Despierto.

jueves, 19 de febrero de 2009

Reclamo interior

Estamos sentados dentro de un carro. No nos movemos, pero conversamos pausadamente. Al parecer el contexto no importa. Básicamente soñé una conversación que ahora intento reconstruir. Tal como lo narró Calvino en "La aventura de un automovilista", ella será Y, yo seré Yo (por estúpido que pueda sonar), y un tercero que será Z.

-No sé qué hacer... me siento incómoda cada vez que me besa- dice Y.
-Él es muy poco sensual, y en realidad no sé qué hacer- continúa Y refiriéndose a Z.

Yo, siento mucha ira, pero la escondo tras una expresión de seriedad. Aunque la deseo profundamente, adopto la posición de amigo consejero.

-¿Qué es lo que te molesta exactamente?- pregunto yo.
-El hecho de que no sepa cómo besarme.
-¿Y por qué sigues con él?
- Porque lo quiero.

La ira que acumulo se incrementa. Todo es muy gris. "Entonces por qué, si cada vez que la besaba hablaba de lo mucho que lo disfrutaba y le gustaba, no quiso darme ni siquiera una oportunidad", pienso mientras la sigo escuchando. La rabia me despierta. Despierto a mitad de la noche odiándola y deseándola; maldiciendo en silencio.

martes, 17 de febrero de 2009

Flores de dragón

Recuerdo haber caído, y haber dejado una máscara. La flor que me había acompañado era ahora una rama seca. No entendí el porqué de su repentina transformación. El pasto sobre el que caí está húmedo. Puede ser de noche, o puede ser de día. El cielo está negro y estrellado, pero la escena la cubre una luz blanca; como si estuviera el sol. Me levanto, y camino. Yo no soy yo. Soy el personaje central, pero no se trata de mí como persona. Podría ser un actor, o el protagonista de una película. Camino en línea recta, en campo abierto. Al fondo hay unas plantas enormes que se mueven. Sus flores son como dragones (tal como se vio en Coraline). Se mecen de un lado a otro, haciendo movimientos ondulatorios desde las raíces. Lo único que se me ocurre pensar es que (como en una película) son gráficas generadas por computador de muy mala calidad. De hecho, se ven absolutamente irreales. Decido seguir caminando, y a medida que me acerco las plantas se convierten en poliedros transparentosos que se funden en el contexto hasta desaparecer. Sigo caminando y veo que criaturas imaginarias aparecen y se funden cada vez que me acerco. recuerdo haber visto un unicornio, un monstruo peludo, y otras cosas. Sólo acierto a preguntar: "¿Qué es esto?". Despierto confundido y parcialmente avergonzado.